Un aspecto del beisbol moderno que siempre me ha llamado la atención es el de la debilidad de los pitchers como bateadores.
En la Liga Americana se puso fin a esta situación con el establecimiento del bateador designado, pero la Liga Nacional prefirió mantener la tradición y seguir con el pitcher como bateador. Sin entrar a discutir la conveniencia o no de esa medida, lo cierto es que en la Liga Americana se anotan 2.3 % más carreras/ juego, lo que podría no ser muy significativo, pero sí lo es que tenemos que la mayoría de los pitchers son poco más que un “out por regla”, lo que sin duda le resta brillo al juego. Son muchos los pitchers abridores que se embasan menos de 10 % de las veces en las que tienen turno al bate, entre ellos Kuroda, Kershaw, Rodrigo López y Cain. Con más de 30 % de porcentaje de embasado sólo están, entre los abridores regulares, Leake, Haren y Le Blanc. Rodrigo López se ha ponchado en el 61 % de sus turnos al bate, Edwin Jackson el 58 % y Hammel y Maholm el 53 %. Haren es una de las principales excepcionales, ya que sólo se ha ponchado en el 16 % de sus turnos.
Pero esto no siempre fue así ni tiene porque ser así. A fines del siglo 19 el porcentaje de embasado de los pitchers era similar al de todos los demás jugadores e incluso alrededor de 1920 estaba en el orden de 80 % del promedio general. Actualmente esta por debajo de 50 %. Si nos limitamos a pitchers que lanzaron después de la Segunda Guerra Mundial, tenemos los casos destacados de Don Newcombe, John Cangelosi y Earl Wilson. Aunque por supuesto con menos turnos al bate que los jugadores de posición, Newcombe tuvo un OPS+ de 163 en 1955 y Cangelosi 135 en 1996. Newcombe bateó 236 jonrones en su carrera (en tres temporadas bateó más de 30 jonrones) y Earl Wilson 236 (dos veces sobre 30).
No creo que se le deba pedir a todos los pitchers actuales que bateen como Newcombe, Earl Wilson o Cangelosi, pero da la impresión que no les haría mal tomar unos turnos más en las prácticas de bateo de sus equipos
En la Liga Americana se puso fin a esta situación con el establecimiento del bateador designado, pero la Liga Nacional prefirió mantener la tradición y seguir con el pitcher como bateador. Sin entrar a discutir la conveniencia o no de esa medida, lo cierto es que en la Liga Americana se anotan 2.3 % más carreras/ juego, lo que podría no ser muy significativo, pero sí lo es que tenemos que la mayoría de los pitchers son poco más que un “out por regla”, lo que sin duda le resta brillo al juego. Son muchos los pitchers abridores que se embasan menos de 10 % de las veces en las que tienen turno al bate, entre ellos Kuroda, Kershaw, Rodrigo López y Cain. Con más de 30 % de porcentaje de embasado sólo están, entre los abridores regulares, Leake, Haren y Le Blanc. Rodrigo López se ha ponchado en el 61 % de sus turnos al bate, Edwin Jackson el 58 % y Hammel y Maholm el 53 %. Haren es una de las principales excepcionales, ya que sólo se ha ponchado en el 16 % de sus turnos.
Pero esto no siempre fue así ni tiene porque ser así. A fines del siglo 19 el porcentaje de embasado de los pitchers era similar al de todos los demás jugadores e incluso alrededor de 1920 estaba en el orden de 80 % del promedio general. Actualmente esta por debajo de 50 %. Si nos limitamos a pitchers que lanzaron después de la Segunda Guerra Mundial, tenemos los casos destacados de Don Newcombe, John Cangelosi y Earl Wilson. Aunque por supuesto con menos turnos al bate que los jugadores de posición, Newcombe tuvo un OPS+ de 163 en 1955 y Cangelosi 135 en 1996. Newcombe bateó 236 jonrones en su carrera (en tres temporadas bateó más de 30 jonrones) y Earl Wilson 236 (dos veces sobre 30).
No creo que se le deba pedir a todos los pitchers actuales que bateen como Newcombe, Earl Wilson o Cangelosi, pero da la impresión que no les haría mal tomar unos turnos más en las prácticas de bateo de sus equipos